Mundialmente, la tasa de fracaso de un restaurant ronda en el 80% ... increíble, no? Es decir, que a de aqui a un año, lo más probable es que queden sólo dos de cada diez que hoy están en marcha. Pero no todo son malas noticias. Todo emprendimiento gastronómico puede, con mucho trabajo tanto antes de la apertura y durante su funcionamiento, pertenecer al codiciado y selecto grupo del 20% exitoso. Tema arduo si los hay, pero no imposible.
Un punto no menor y a la vez importante en el proceso de ser WOW, es empaparse de las nuevas tendencias que soplan del primer mundo y revuelven el universo gastronómico, para detectar por dónde rumbear. Cortito y al paso, acá van tres tendencias de lo más hip and chic, apenas exploradas en la Argentina, si está pensando en abrir un negocio gastronómico (fotos:material de difusión)
Las cantinas de lujo: espacios sociales para encontrarse con familia y amigos. La planta suele ser libre, equipada con grandes mesas comunitarias e individuales, y sillas y banquetas retro –algunas emulan el equipamiento del colegio- que evocan la aceleración y el abarrotamiento típico de un almuerzo estudiantil. Las paredes están revestidas con empapelados o con murales, y la iluminación es de diseño contemporánea combinada con arañas de caireles. Son lugares cálidos, amables, con un servicio eficiente. Bebidas y comidas están diseñadas para ser compartidas: se sirven en platos x-large, en ollas y jarras. Un buen ejemplo es Fabbrica, en Rotterdam, Albion y St. John´s en Londres.
Un punto no menor y a la vez importante en el proceso de ser WOW, es empaparse de las nuevas tendencias que soplan del primer mundo y revuelven el universo gastronómico, para detectar por dónde rumbear. Cortito y al paso, acá van tres tendencias de lo más hip and chic, apenas exploradas en la Argentina, si está pensando en abrir un negocio gastronómico (fotos:material de difusión)
Las cantinas de lujo: espacios sociales para encontrarse con familia y amigos. La planta suele ser libre, equipada con grandes mesas comunitarias e individuales, y sillas y banquetas retro –algunas emulan el equipamiento del colegio- que evocan la aceleración y el abarrotamiento típico de un almuerzo estudiantil. Las paredes están revestidas con empapelados o con murales, y la iluminación es de diseño contemporánea combinada con arañas de caireles. Son lugares cálidos, amables, con un servicio eficiente. Bebidas y comidas están diseñadas para ser compartidas: se sirven en platos x-large, en ollas y jarras. Un buen ejemplo es Fabbrica, en Rotterdam, Albion y St. John´s en Londres.
Palacios dulces: exclusivamente a medida de golosos. Esta tendencia arrancó en Magnolia Bakery del Soho, con sus famosos cup cakes (remember Sex & the City?) y empezó a desparramarse por el mundo. En Tokio hay dos deliciosos ejemplos: en the Candy Restaurant los chefs elaboran únicamente caramelos que se sirven en grandes platos blancos. Otro que le rinde culto al buen cacao es el Salon du Chocolat, diseñado por el estudio Wonderwall. Es un restaurante elegante donde los comensales se sientan a degustar diferentes tipos de chocolate. Sin quedar atrás, el fabuloso clásico Laduree (en Paris, Londres, Suiza, Monaco, Tokyo y tantos otros rincones del planeta), es el templo de los macarons multicolores y el buen gusto desde mediados del 1800. En Buenos Aires aparecieron en los últimos tiempos modelos adaptados al gusto porteño. En Palermo H agendarse “En el nombre del postre”, pequeño local para degustar in situ macarones, tortas, muffins, ganaches, chupetines, jaleas. A pedido del público, se vieron forzados a sumar algunas opciones de sándwiches. En Palermo Soho, fichar Muma´s cupcakes, éxito instantáneo de este gracioso y diminuto local especializado en mini tortas, bien al estilo americano.
Salones clásicos y modernos: Un regreso a la sofisticación, elegancia y clasicismo. Esta tendencia surge como respuesta al aumento significativo de clientes que exige un regreso al viejo servicio con mozos eficientes y educados, que trabajan con eficacia pero sin nerviosismo. Ejemplos, Le Bar 228 (Hotel Le Meurice Paris, y el Plaza Athenee Paris, del mismo grupo) por Philip Starck // Barclay Prime (Philadelphia, USA) by India Mahdavi // Artesian Bar (Langham Hotel London) by David Collins Studio.
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